viernes, 11 de febrero de 2011

El Martí vivo

En cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes, está hoy Cuba entera. Recordamos a Martí, el Martí vivo, para quien Patria era Humanidad. Y se dice fácil: “recordar”. Pero recordar a un hombre honrado, a un hombre puro de acción y de palabra, no es solo leer sus versos, pensar en su alma generosa y noble, ver su imagen delgada bajo el frío invernal en las entrañas del monstruo.

No a Martí no podemos recordarlos solo así, porque tuvo tanta vida y la usó tan bien, que aún después de muerto siguió viviéndola. Estuvo en las victorias y reveses del ejército mambí, y lloró al ver la bandera norteamericana en el Morro. Sufrió con los pobres el hambre y el tiempo muerto, y subió con los estudiantes la escalinata de la Universidad. Y volvió a morir con Trejo, con Villena, con Guiteras, y volvió a nacer una y otra vez en cada uno de los hombres que, puros como él, construyeron con sangre nuestra historia. Vio triunfar la Revolución, marcho a alfabetizar, lucho en Girón, y ha estado con nuestro pueblo en cada una de sus tristezas y alegrías. Está vivo en todas partes, ni aún después de muerto, ha claudicado en el empeño de hacer cada vez más libre a su país.
Por eso a Martí no se le recuerda solo con palabras, sino, y sobre todo, con hechos. Ante tanta vida ofrecida a la Patria, que es ara y no pedestal, no podemos quedarnos sentados. Por eso marchan nuestros instructores de arte, nuestros trabajadores sociales, nuestros profesores generales integrales, todo nuestro pueblo, echando rodilla en tierra junto a Martí cada día y cada pedacito de día, sin desfallecer, pues ahí está su mano amiga, que se apoya en nuestro hombro y nos ayuda a continuar. Por eso, porque Martí está vivo, anda hoy toda Cuba en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los andes.

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