sábado, 19 de mayo de 2012

Historias de familias

Cuando Damaris vio sobrevolar las planchas de zinc sobre la escuela, comprendió la verdadera trascendencia que la palabra “huracán” tendría en su vida.


2 comentarios:

  1. Este debe ser un comentario triste porque ¿quién se acordará de mi pueblo y de su gente? Hay cientos de personas que me pueden estar leyendo ahora que nacieron en un pueblito como el mío. Tristemente conformamos una generación educada en los “no hay”, “no sé”, “no puedo“, y ”no tengo” , los cuales son 4 plagas que no solo afectan nuestras conciencias sino nuestro entorno, nuestros hogares también.
    Cuando digo hogar me viene a la mente una sensación tibia y tranquila. Yo he visto que cuando llega el sol a un punto sobre el horizonte, al atardecer, sobre mi pueblo parece que todos los techos se han prendido de fuego, es algo hermoso. En mi pueblo a esa hora siempre hay brisa, no importa la estación del año.
    La alegría de mi pueblo son sus niños, sus gritos y carreras al salir de la escuela, eso… y más nada, porque la sala de video y los hierros del parque han quedado destruidos y obsoletos. Porque los que debían trabajar por el bien de mi pueblo olvidaron hacer su TRD, con 3124 habitantes, hay varios consultorios, policlínico, moderna sala de rehabilitación, escuela, placita, un inútil grupo electrógeno (porque allá la electricidad nunca falla) cafeterías, etc, pero ni un minúsculo quiosco de TRD u otra cadena. Para comprar un pequeño creyón de labios hay que sufrir una odisea de 6 km hasta la ciudad cabecera municipal.
    Mi pueblo fue devastado por un ciclón, pero solo sus viviendas, porque el resto lo había tumbado el tiempo, la indolencia y el olvido.
    ¿Quién se va a acordar de ese lugar, de los sueños de su gente, de los que han vivido y de los que ya no están?
    Lo más triste de mi pueblo son sus calles. Son una cadena consecutiva de hoyos negros que desbaratan cualquier medio de transporte. En esas calles volábamos en bicicleta de muchachos, en las afueras me lancé sin frenos por una peligrosísima loma para probar mi valentía con mis amigos, en esas calles tan bellas que todas tienen nombre de flor. Yo vivía en Azucena #34 y luego en Gladiolo 2A pero ninguna calle es ni la sombra de aquellos años.
    Mi pueblo era un diamante entre el mar y la ciudad. Se llama todavía Los Ángeles, y queda al norte de Banes, en Holguín.

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  2. Cybermambí es un blog que busca mostrar los avances tecnológicos de Cuba y el mundo, así como reflexionar y analizar sobre el aprovechamiento positivo de las ventajas que brindan las TICs. Igualmente se analizan las consecuencias de un uso desmedido o inapropiado de estos avances.
    http://cybermambi.wordpress.com/

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