lunes, 26 de septiembre de 2011

Camila de las multitudes


Se llama Camila, como mi hija. Tiene 23 años, es rubia, tiene los ojos azules y un pircing en la nariz. Y es la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.

Camila Vallejo, una de las portavoces de la Confederación de Estudiantes de Chile, se ha convertido en bandera del movimiento estudiantil que, desde mayo de este año, desestabiliza el gobierno de Sebastián Piñera. Las imágenes se vuelven cotidianas en nuestros telerreceptores, cuando vemos jovencitos que podrían ser nuestros hijos, nuestros hermanos, e incluso nosotros mismos, que son arrestados y golpeados por las fuerzas policiales chilenas. Y quizás sus razones se nos vuelvan un poco lejanas, hasta incomprensibles. ¿Quienes son esos muchachos rebeldes que pelean por sus derechos bailando Thriler, de Maikel Jackson, frente al palacio de la moneda, demostrando la muerte de la educación en su país?
Las movilizaciones surgieron de parte de estudiantes que rechazan el sistema educacional chileno, que provee una amplia participación del sector privado respecto a la del Estado. Actualmente, solo el 25% del sistema educativo es financiado por el país, mientras que los estudiantes aportan el otro 75%. Imagínense que un grupo de alumnos de ingeniería civil industrial de la Universidad de Chile diseñó un sitio en Internet donde miles de jóvenes publicaron el monto de sus deudas producto de créditos universitarios como forma de concientizar al respecto. En solo  dos meses, cerca de 4 mil estudiantes inscritos habían acumulado un monto de más de 140 millones de dólares. La demanda es clara: Educación estatal, financiada con la nacionalización del cobre, con acceso igualitario y cuyo proyecto educativo garantice la democratización de las escuelas, las universidades y el país. Con esos reclamos miles de muchachos y muchachas se lanzan a la calle, con manifestaciones disímiles, desde la marcha de los paraguas, con cientos de personas caminando bajo la lluvia; las huelgas de hambre, paros y tomas de universidades, barricadas, besos en medios de las avenidas, y aquel histórico Gagazo por la Educación, cuando quinientas personas bailaron la coreografía de la canción "Judas" de la controversial Lady Gaga.
En este contexto sobresale Camila, linda, delicada, y fuerte a la vez, como una leona. Es el rostro de las movilizaciones, y recibe a diario cientos de amenazas de muerte. Ha cometido una violación flagrante: es mujer, es inteligente, y tiene valor. Hija de militantes comunistas, militante ella misma, baila, canta y sueña como cualquier muchachita entrando en los 20, como cualquiera de nosotras. La diferencia es que está decidida a cambiar la realidad en su país, y su sola presencia arrasa en las multitudes.
 “Este es un momento histórico, existe una movilización social de una masividad impresionante, hoy día se suman profesores, académicos, funcionarios, trabajadores, estudiantes secundarios y otros sectores del ámbito productivo del país. Porque constatamos que existe una crisis en la educación y entendemos que es una crisis del modelo, ésa es la raíz del problema.”
Así piensa ella, y de esa manera lo plasma en cada entrevista, en cada discurso. El estudiantazo, como lo llaman los medios, supera la realidad chilena y se hace universal en las redes sociales de internet como Facebook o Twitter, donde las páginas con su nombre reciben miles de visitantes al día, y los mensajes de solidaridad llegan desde Italia, Turquía, Argentina… en fin. Camila es el rostro que conmueve y moviliza, pero solo es una entre los cientos de miles de chilenos, de latinoamericanos, de seres humanos en el orbe que desean cambiar el orden establecido, comenzando nada más y nada menos que por la educación. Ella, desde su tribuna, está haciendo realidad un sueño. Para las madres que, como yo, nombramos así a nuestras hijas pensando en aquella legendaria película de Susú Pecoraro, o en la Santa Camila de la Habana Vieja de José Ramón Brene, a partir de ahora será un honor poderles decir: Te llamas igual que una mujer que se levantó entre sus contemporáneos y cambió su realidad con la fuerza de las ideas.



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