Juana
de la Torre tiene un tesoro en su casa, a pocos metros de la cafetería de Cortaderas,
en Banes. Cuando pasas por ese lugar, la vista queda atrapada y algo te impulsa
a entrar. Quizás sea el aire de felicidad que se respira, quizás las flores que
relucen en el jardín, pero yo apuesto porque lo verdaderamente mágico es la
decisión de esta gente al enfrentar la vida.
Hace
20 años viven en esta casa Juana y su familia, y desde entonces se siembra, en
cualquier pedacito, todo lo que se necesite en casa. Tomates, maíz, plátanos,
mangos, se disputan el reinado con los nomeolvides, esas flores pequeñas que
tienen en si toda la magia de la naturaleza. Y es para no olvidar esta lección:
la tierra lo da todo, de ahí sacamos la verdadera riqueza, esa que nadie puede
quitarnos, porque viene del sudor con que la abonamos. Dice Juana que lo que se
siembra no hay que comprarlo, y es bueno para ella y para Cuba... Esa cuenta simple le da sus frutos.
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